A la inmensa pérdida de vidas humanas que tuvo lugar en el World Trade Center de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, sin ninguna duda la más importante, hay que sumar otra gran pérdida, la de numerosas obras de arte expuestas en el interior o en los alrededores de las Torres Gemelas.
The Heritage Emergency Nacional Task Force, publicó un informe de 26 páginas titulado Cataclysm and Challenge que estimaba la pérdida de colecciones de arte particulares valoradas en cien millones de dólares.
Entre estas colecciones destacan las siguientes:
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Cantor Fitzgerald era la propietaria de una extensa colección de dibujos y esculturas de Rodin.
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Citygroup, Silvester Properties, Marriot Hotel, Fred Alger Management y Nomura Securities también poseían colecciones importantes que incluían obras de Picasso, Roy Lichtenstein y David Hockney.
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El Concejo Cultural del Bajo Manhattan, cedia a 27 artistas espacio en las plantas 91 y 92 de la Torre 1, quienes acabarían perdiendo un total de 400 obras propias.
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En los sótanos también se custodiaban los restos provenientes de un cementerio indio de finales del siglo XVIII, así como archivos que documentaban las excavaciones arqueológicas en la zona de Five Points, barrio que Scorsese popularizaría mundialmente en su film Gangs of New York.
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Fotografías y cartas originales de Helen Keller, así como primeras ediciones de sus libros de un valor incalculable. Fue destruida igualmente una parte importante del Archivo de los Teatros de Broadway con un fondo de 35.000 fotografías que capturaban momentos irrepetibles de la historia escénica norteamericana. También desaparecieron aproximadamente 40.000 negativos de fotografías documentando la presidencia de JFK tomadas por Jacques Lowe, almacenadas en una caja fuerte.
Esto si hablamos de las colecciones en manos privadas. Por otro lado, se encuentran las obras de carácter público.
En 1969, NY Port Authority, la entidad municipal que encargó la construcción del complejo, estableció que el 1% del presupuesto total del proyecto se dedicaría a la compra de obras de arte que pasarían a formar parte del espacio público del centro, casi todas desaparecidas.
Estas son algunas de las obras desaparecidas:
«Cloud Fortress» , una enorme pieza de granito negro creada por el japonés Masayuki Nagare.
Ideogram, de James Rosati, una escultura de acero inoxidable y casi 8 metros de alto, protagonista de numerosos reportajes y catálogos de moda.
Sky Gate, New York de Louise Nevelson, un relieve en madera negra situado en el entresuelo de la Torre 1.
Una fuente obra del escultor Elyn Zimmerman, erigida en memoria a las víctimas del atentado con bomba que tuvo lugar también en el WTC en 1993.
En el lobby de la Torre 2, un inmenso tapiz de 6,10 de alto por 10,67 de ancho nos daba la bienvenida. Se trataba de The World Trade Center Tapestry (1974), tejido en lana y cáñamo, obra de Joan Miró.
La escultura de acero pintado en rojo titulada WTC Stibile, de Alexander Calder, fue recuperada en un 30%, aunque desgraciadamente su restauración aún resulta imposible.
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