Hace unos días, mientras preparaba la entrada dedicada a George C. Parker, me encontré con esta curiosa historia.
En 1929, con Parker ya en prisión, un hombre se presentó ante los dueños de una importante cadena de fruterías haciéndose pasar por vicepresidente de la empresa concesionaria de Grand Central Terminal.
Este discípulo adelantado de Parker les informó que debido a ajustes de personal habían decidido suprimir la caseta de información situada en el Main Concourse (vestíbulo principal). A partir de ese momento, la información al viajero iba a ser proporcionada directamente por los taquilleros. Por este motivo, los gestores de Grand Central ofrecían a los empresarios fruteros este espacio en alquiler. Para dar veracidad a su historia el estafador llego a instalar un lujoso despacho en un edificio situado junto a la estación.
Tras varias reuniones, el estafador llego a un acuerdo con los empresarios. Dicho acuerdo consistía en el pago de varios miles de dólares mensuales hasta el cierre definitivo de la oficina de información. Una vez completado el pago del arrendamiento podían tomar posesión de este «espacio comercial». El 1 de abril (“Día de los inocentes” en los países anglosajones) fue el día elegido. Os podéis imaginar la surrealista escena. Los estafados pidiendo el desalojo del centro de información ante los atónitos empleados de la Terminal. Por supuesto, a esas alturas, el pícaro estafador que nunca fue identificado, había huido con el dinero.
Para finalizar, una curiosidad. Seguro que os habéis preguntado como acceden los empleados al interior de la caseta de información. Como podéis ver en la foto, lo hacen desde el nivel inferior, a través de una escalera de caracol.
Imágenes: Wikimedia Commons