Cuando Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux (arquitectos paisajistas) diseñaron Central Park en 1858, su Greensward Plan incluía una zona denominada «The Mall». Un largo paseo inspirado en jardines europeos como Versalles.

En el extremo norte del mismo, se situaba un templete de hierro fundido donde se realizaban conciertos al aire libre. Miles de personas asistían cada domingo a estas representaciones. Estos conciertos eran especialmente populares entre la cada vez más creciente comunidad germano-americana. En 1884, con motivo del 25 aniversario de su fundación, la Beethoven Mannerchor encargó un monumento, dedicado al insigne compositor, y se lo regalo a la ciudad de Nueva York.

El artista

El artista elegido para crear las esculturas que componen el monumento fue Heinrich Baerer, nacido en Kirscheim (Alemania), y que emigró a los Estados Unidos en 1854.

El monumento

En la parte superior del monumento se sitúa un busto en bronce del músico. Beethoven aparece representado con su característica melena «leónida». Por debajo de él, apoyada sobre la base de granito gris, aparece representada una figura femenina que sostiene una lira, alegoría del «genio de la música». El monumento tuvo un coste de 6.000 dólares y fue inaugurado el 22 de julio de 1884.

Se encontraba situado originalmente en el  lugar que hoy ocupa la Naumburg Bandshell. En 1923, al ser construida esta, el monumento fue trasladado hasta el extremo oeste de «The Mall”. En ese mismo lugar se encontraba situado el templete del que os he hablado anteriormente. El monumento fue restaurado en 1992.

Que mejor forma de acabar este paseo que con la música del genial Beethoven.

 ¿Sabías que…?

Existe una copia exacta del busto en la Prospect Park Concert Grove (Brooklyn). Una réplica casi exacta del monumento se encuentra en el Parque Golden Gate en San Francisco, California.