El pasado domingo, dedicaba esta sección al pequeño parque zoológico situado en el interior de Central Park. El post de hoy está dedicado al Reloj musical Delacorte, situado sobre una de las puertas que sirven de acceso al mismo.
Una donación de George T. Delacorte
Convertido por sí mismo en toda una atracción, fue un regalo del filántropo George T. Delacorte a la ciudad de Nueva York. Está construido a semejanza de los relojes musicales que el editor había visto durante sus viajes por Europa.
Fue inaugurado oficialmente el 24 de junio de 1965 ante una gran multitud de autoridades y curiosos.
Música y movimiento
Cada media hora, entre las ocho de la mañana y las seis de la tarde (hora en punto y la media), seis figuras de animales bailan en circulo al son de un repertorio de más de 50 canciones que van variando según la temporada. Por ejemplo, durante la época navideña (del 1 al 25 de diciembre) los villancicos son los protagonistas.
En este enlace podéis ver el repertorio completo de canciones.
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Las esculturas que adornan el reloj fueron modeladas y fundidas en bronce por el escultor Andrea Spadini. Cada uno de los animales porta en sus manos un instrumento musical: cabra (tuba), canguro (gaita), pingüino (tambor), oso (pandereta), hipopótamo (violín), elefante (acordeón).
En su parte superior, dos monos tañen una campana anunciando el comienzo del baile de los animales.
El reloj musical no es el único regalo de Delacorte a la ciudad de Nueva York, en el mismo parque, podemos encontrar la escultura dedicada a los personajes de «Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas«, la obra más emblemática del escritor británico Lewis Carroll.
El diseñador español Fernando Texidor (creador del monumento a Alicia) colaboró con el arquitecto Edward Coe Embury en el diseño de la triple arcada de ladrillo y piedra caliza que sustenta el reloj.
Restauración y mantenimiento
En 1995, el Reloj musical fue restaurado gracias a la financiación de la familia Delacorte. Personal de mantenimiento de la Central Park Conservancy inspeccionan periódicamente su mecanismo para asegurar su correcto funcionamiento. Su sistema eléctrico es especialmente sensible durante los fríos meses de invierno.
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