Jueves, 16 de septiembre de 1920.
Al filo del mediodía, un carro tirado por caballos es estacionado frente a las oficinas del Banco J.P. Morgan, situado en el nº 23 de Wall Street. En su interior alberga una carga mortal: 45 kilos de dinamita y 230 kilos en esquirlas de hierro.
A las 12:01 p.m. el carro explota accionado mediante un mecanismo de relojería. El caballo y el carro volaron por los aires en mil pedazos, matando en el acto a 30 personas, otras ocho fallecieron en el hospital a causa de las heridas sufridas en la explosión. Además, 400 personas resultaron heridas, 143 de gravedad. La mayoría de las víctimas del atentado terrorista eran muy jóvenes: mensajeros, taquígrafos, empleados, y agentes de la cercana Bolsa de Nueva York. Era la hora del almuerzo y la zona del distrito financiero estaba repleta de gente.
Los daños materiales superaron los dos millones de dólares. El edificio de la banca Morgan fue el más afectado por la explosión. Todavia se pueden en su fachada las marcas causadas por la metralla.
Sin resolver
El atentado fue investigado durante tres años por el FBI. Sin embargo, aunque diversos indicios apuntaban a un grupo anarquista italiano (‘galleanistas’), nunca se pudo demostrar su autoría. Dos de sus integrantes habían sido detenidos previamente en Estados Unidos y condenados a muerte.
Imagen: George Grantham Bain Collection/Wikimedia Commons.